Evolución de la actividad empresarial
El PMI del Sector Manufacturero Español aumentó en diciembre por segundo mes consecutivo, situándose en 46,4, tras caer hasta el 44,7 el pasado mes de octubre, su nivel más bajo desde mayo de 2020.
A pesar de que, en los dos últimos meses del año, la evolución ha sido algo más favorable, la actividad del sector manufacturero se mantiene en zona contractiva (por debajo de 50) desde el pasado mes de julio, en un contexto de elevada inflación, tipos de interés al alza e incertidumbre económica generalizada.
El sector se enfrenta a una caída de los niveles de producción por cuarto mes consecutivo y a un descenso de los nuevos pedidos que, no obstante, en diciembre cayeron a un ritmo más lento. Ante esta situación, las empresas han respondido recortando su actividad de compras y reduciendo sus stocks de materias primas y productos semielaborados.
El ritmo de creación de empleo también se ha visto afectado por la caída de las ventas, las menores necesidades de producción y el exceso de capacidad en las plantas industriales, aunque los últimos datos apuntan hacia la estabilización del nivel de empleo.
Aunque los precios de la energía, el transporte y las materias primas se mantienen en niveles elevados, el ritmo de aumento de los precios de los insumos y los precios de venta mantuvieron su tendencia a la baja. Una reducción de las restricciones de suministro también contribuyo a bajar los precios.
La moderación del ritmo de caída de los nuevos pedidos, el mejor comportamiento del empleo y los indicios de que las presiones de los precios y las restricciones de suministros se están reduciendo sustentan una mejora de las expectativas empresariales para los próximos doce meses.
Los resultados de la última Encuesta del Banco de España a las empresas españolas sobre la evolución de su actividad indican que las tensiones inflacionistas de los inputs productivos se han reducido ligeramente en el cuarto trimestre, lo que ha aliviado algo la presión sobre los precios de venta, aunque en ambos casos las presiones inflacionistas siguen siendo elevadas.
Las empresas anticipan que en el primer trimestre de 2023 la presión del coste de los inputs será similar a la del trimestre precedente, a la vez que aumenta la proporción de empresas que tienen intención de aumentar sus precios de venta.
A un año vista, se espera que la presión de los costes de los inputs siga siendo elevada, pero algo menor que la prevista hace tres meses y el porcentaje de empresas que espera aumentar sus precios de venta en los próximos doce meses se mantiene estable, algo por encima del 60%.
Los incrementos actuales y previstos para los precios de venta siguen siendo inferiores a los registrados en el coste de los consumos intermedios, lo que apunta a una compresión de los márgenes empresariales.
Entre los factores que inciden en la actividad empresarial aumenta la proporción de empresas que se ven afectadas por una menor demanda de sus productos (especialmente en el comercio, transporte e industria), a la vez que se reduce el impacto de las dificultades de suministro. El aumento del coste de los inputs energéticos sigue afectando negativamente al 80% de las empresas y la escasez de mano de obra aumenta ligeramente su incidencia negativa y afecta a un tercio de las empresas.
Las ramas que se están viendo más afectadas por las dificultades de suministro de sus proveedores habituales y por el aumento de los costes energéticos prevén mayores presiones sobre sus costes a un año vista y una traslación parcial de esos mayores costes a los precios de venta.
El principal canal por el que la guerra en Ucrania está afectando a la actividad empresarial sigue siendo el alza en el precio de los consumos intermedios, principalmente los energéticos, que afectan al 80% de las empresas. Este impacto negativo es generalizado por ramas productivas, aunque su incidencia es mayor en las que presentan una mayor dependencia de la energía, como las ramas industriales y agrícolas. El corte del suministro de gas ruso afecta a un 50% de las empresas y las dificultades de suministro asociadas al conflicto bélico estarían incidiendo de forma negativa en algo más del 45%, mientras que el impacto sobre la demanda, tanto nacional como internacional, afecta a menos del 30%.
Cerca de la mitad de las empresas han decidido retrasar o reducir sus inversiones ante los cambios en las perspectivas económicas tras el inicio del conflicto bélico. Las empresas de menor tamaño son las más afectadas por la reducción de la demanda mundial y las que más han aplazado sus decisiones de inversión.
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